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Mirador de Armintza

Lemoiz, Bizkaia/Vizcaya

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Saliendo de Armintza, Lemoiz ofrece a sus visitantes un lugar en donde encontrarse con el Cantábrico casi a solas. Para tener ese tête à tête con el gran mar del norte deberemos coger la carretera que une dicho barrio costero con el municipio de Bakio. En un determinado punto, girando a la izquierda se abre el camino de gravilla que lleva al mirador de Armintza. Es allí donde el Cantábrico nos recibe, en una cita sin hora programada. Será mejor no decir nada al principio, tan solo quedarse plantado y dejar que él, a su manera, nos transmita su mensaje. Lo recibiremos con los cinco sentidos. Con la vista, desde luego, que se llena de mar, pero también de nublado cielo y frondosa montaña. Y de escarpada costa, que juega con nuestra mirada zigzagueando de forma que, al levantarla, lo que vemos allá en el horizonte es la ermita que se alza sobre el cabo de San Juan de Gaztelugatxe, a varios kilómetros de distancia. Ya vamos cogiendo el recado: el mirador quiere impresionarnos. Pero aún tiene cuatro sentidos más de los que apoderarse y Armintza despliega sus armas: su brisa, que nos silba mensajes privados mientras baila alrededor de nuestro oído; su olorosa fragancia de mar y verde, y el gusto a salitre que nos pone en la boca para tentarnos de Cantábrico. Y aunque en el mirador hay bancos, lo que de verdad nos apetece ahora es tumbarnos sobre la yerba para sentir también su tacto en la espalda. Es mejor no sacar conclusiones. Como todos los buenos viajes, nuestra cita con el mirador de Armintza al final resulta no ser otra cosa que una reflexiva cita con nosotros mismos.

Contacto

Localización

43.433942, -2.896394