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Palafitos de sal
En una ladera, el pueblo alavés de Añana; en la otra, un mar de espejos blancos sustentados en una aparentemente frágil estructura de madera: son las salinas, también conocidas como el Valle Salado. Se trata de un complejo laberinto de 5.500 eras de sal que se recuperó en 2001 y que paulatinamente se ha conformado como el mejor reclamo turístico de la comarca. Está documentada su explotación ya desde el año 822 y la eras de sal tuvieron su momento de apogeo en la Edad Media, fecha de fundación de la villa. En la actualidad se siguen explotando. Su sal está considerada de alta calidad gastronómica y la utilizan cocineros como Martín Berasategui o Andoni Luis Adúriz. De la riqueza que generaba el yacimiento da fe el conjunto urbano, con el Convento de San Juan de Acre que perteneció a la Orden de Malta, la Iglesia de Santa María de Villacones, de origen gótico, la medieval Casa Palaciega de los Ozpinas y el Palacio de los Zambrana-Herrán, del siglo XVII.
/09Tiar.jpg.transform/rp-rendition-lg/image.jpg "Aquí hay jaleo (gastronómico)")
