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Joya urbanística andaluza en forma de plaza
Esta localidad blanca, tranquila y sosegada está rodeada de olivos y zonas de alto valor ecológico como la Hoz de Marín. Vigilada siempre de cerca por la eterna Peña de los Enamorados –monumento natural conocido por un perfil que se asemeja a una cara tumbada– atesora además un gran patrimonio arquitectónico. En buena parte, gracias a su ubicación: las murallas que construyeron los fenicios 1.500 años antes de Cristo fueron posteriormente perfeccionadas por cartagineses, romanos y árabes, época esta última en la que vivió su mayor esplendor. Prueba de ello es el complejo del castillo, levantado en el siglo IX y reformado en el XIII sobre una ladera. Llegó a tener tres anillos defensivos, aunque actualmente queda en pie solo una parte de su estructura, destacando la llamada Puerta del Sol. En la parte más alta se ubicaba la mezquita, hoy convertida en la Ermita Virgen de Gracia, aunque en su interior todavía se puede diferenciar bien la construcción islámica.
Su desordenado urbanismo está protagonizado por casas bajas y blancas, entre las que sobresalen numerosos edificios de interés que facilitaron a la localidad ser declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1980. Muchas edificaciones fueron construidas tras la conquista cristiana a finales del siglo XV. Así, del siglo XVI son la iglesia y el convento de las Mínimas, así como la Casa del Pósito, que actualmente hace funciones de Ayuntamiento y de Museo Municipal. Entre los siglos XVI y XVII se construyeron también las iglesias de Jesús Nazareno, de la Victoria y de Santa Ana, que cuenta con una original torre triangular.
La ciudad posee una de las joyas urbanísticas de Andalucía, la Plaza Ochavada. Edificada en el siglo XVIII, tiene un distintivo diseño octogonal, de origen francés. En ella, un patio ofrece el mejor barroco andaluz y se mezclan fachadas de cal con ladrillo rojo. Es el orgullo de los habitantes, que hacen de ella el eje de la vida social archidonesa.