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Música africana entre olivos de la Jara
Cuando se pisa Belvís de la Jara, pronto se siente que apetece darse al callejeo sin ponerse hora ni meta. Pueblo de intensa personalidad, con una recomendable Fiesta del Olivo en marzo, ofrece un recorrido entre casas de notable belleza, muchísimas de ellas con grandes balcones enrejados, algunas tan significativas como la de los Parro o la del doctor Francisco López Paredes, ambas en la calle Real, muy cerca una de la otra.
En esta arteria principal de Belvís encontramos igualmente la iglesia parroquial de San Andrés Apóstol, construcción de estilo mudéjar (siglo XVI) reparada recientemente, y un paso más allá, al lado mismo del templo, se abre al viajero el conjunto de la plaza de la Constitución. Formada por casas de larga trayectoria y amplios balcones, en ella se levanta el Ayuntamiento, edificio porticado del siglo XIX frente al cual vemos una curiosa fuente de tres caños (antaño ocupaba la plaza un precioso pilón de piedra, fechado en 1859, que hoy se conserva en la calle Cervantes, a la entrada del pueblo).
La visita no queda completa sin un vistazo a la pequeña calle Codos, que sale de la misma plaza: de origen medieval (siglo XIV), es el resto más antiguo del trazado urbano. Allí, una placa homenajea al primer poblador del caserío, Juan Larduda. Cerca de allí, también en pleno centro del pueblo, la calle Colón acoge la casa natal del historiador Fernando Jiménez de Gregorio, donde puede verse una construcción típica con su zaguán, patio y troje. Ya a las afueras, y como símbolo de tiempos más recientes, la ermita del Saucejo permanece en pie desde el año 1985.