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Blanca

Río abajo la verás

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Blanca fluye, como las aguas, al lado izquierdo del Segura. Si se continúa su cauce, se pueden encontrar ingeniosas norias del siglo XVII. La más importante es la de Miguelico Núñez, que enseguida se reconoce por su enorme tamaño. En el museo y centro de Interpretación del la Luz y El Agua podremos ver la importancia que el río Segura tiene para Blanca. El paisaje característico de la localidad posee, aparte de vegetación fluvial, grandes porciones de huerta murciana en la que se recogen sus estupendos tomates y pimientos con los que preparar su particular paella. Además, al estar situada en el Valle del Ricote, la rodean las montañas entre cuyas nebulosas cumbres se puede contemplar el verde de los bosques mediterráneos. Dominando todo este espacio, se encuentran las ruinas de su inmenso castillo árabe, del siglo XII. La cercanía de dichas montañas hace además que sea un lugar ideal para practicar deporte y rutas senderista. Buen ejemplo de ello es el descenso en piragua Cieza- Albarán-Blanca y la ruta por la Hoya de San Roque donde veremos su blanca ermita para finalizar en el apabullante embalse del río Segura.

Pasear por las calle estrechas, empedradas y desiguales, como corresponde a la villa medieval de Blanca, es descubir edificios de colores con grandes ventanales que jalonan su casco antiguo. Un casco en el que descubriremos la casa de Don Carlos, inspirada en los “granaínos” Real Alcázar y Jardines del Generalife. También impresiona la renacentista Iglesia parroquial de San Juan Evangelista. Por otro lado, resulta muy particular ver cómo corren los toros por unas vías tan angostas en sus Encierros- de interés turístico regional- durante las fiestas de San Roque o cómo procesionan sus detallados pasos llenos de flores durante la Semana Santa. En Navidad el espectáculo se queda en el interior de los edificios por sus montajes de Belenes, sobre todo en la grandiosa representación de la Estación de Blanca. 

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