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Mieres

Siempre calma; nunca tempestad.

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Es pintoresca, es volcán sin erupción, es carretera de adoquines y casas antiguas. Y es la Garrotxa encerrada por sierras y más sierras, rodeada de cultivos y bosques. Mieres abre de par en par la puerta tanto a los aventureros que acuden al Parque Natural de la Zona Volcánica como a aquellos que hacen de la tranquilidad su lecho. Presenciar cómo por sus calles pasea la procesión de los Dolores y el Calvario durante la Semana Santa no tiene nombre, asomarse a las panorámicas de sus muchísimos rincones naturales (el volcán de Santa Margarida, La Sierra de Garrotxa, el Croscat...) puede provocar falta de aliento o un pecho henchido de éxtasis. Longevas construcciones le salpican, empezando por la iglesia de Sant Pere, cuya silueta y campanario sobresalen hasta ser estampa natural del pueblo, o las ermitas de Sant Andreu de Ruïtlles y Santa María del Freixe, con la puerta en el ápside. Montar a caballo, burro o bicicleta, subir en globo, hacer senderismo... es la oferta que hace Mieres a aquellos que necesitan desconectar en el descanso.

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