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Orihuela

Poesía monumental y marítima

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Viajar a Orihuela significa volver al colegio. Concretamente, a aquella clase de Literatura en la que sonó por primera vez el nombre de Miguel Hernández. El poeta de la Generación del 36 nació en esta localidad, que honra y no olvida a uno de sus hijos más ilustres conservando intacta su casa, donde el viajero puede, por ejemplo, ver la higuera bajo la cual Hernández componía sus versos.

A la importancia literaria de la ciudad se suma la patrimonial de su casco antiguo, conjunto histórico-artístico y monumental que invita a callejear por él con tranquilidad para no perder detalle. En él se concentran la catedral del Salvador y Santa María, cerca de la cual se alza el palacio Episcopal, sede del Museo Diocesano de Arte Sacro (que acoge la obra 'La Tentación de Santo Tomás de Aquino' de Velázquez), desde el que en pocos minutos se llega a las Iglesias de Santas Justa y Rufina. Un poco más alejado, pero no por ello se debe ni mucho menos descartar su visita, espera la sede de la extinta Universidad de Orihuela, el Colegio Diocesano Santo Domingo, un verdadero templo para los amantes del bárroco. 

Para redondear la visita, se recomienda volver a casa sin echar antes unos kilómetros (20, para ser exactos) para probar alguna de sus playas, entre las que figuran cinco de las mejores del país, como Punta Prima, La Zenia, Cabo Roig, Campoamor, Playa Flamenca y Mil Palmeras.

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