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Totana

Monumental villa murciana

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Regia, imponente y fuerte. Totana se alza con su monumental patrimonio, como si no necesitara nada más. Tiene el color de la alfarería y la cerámica pintado en sus tradiciones y en su alma, labores transmitidas en la villa a la antigua usanza y que le han legado a Totana sus matices. Vista esta localidad desde lejos se puede decir que impone, entre sus calles señoriales y seguras de sí mismas, en las que se reparte un casco histórico plagado de huellas patrimoniales.
Allí no es posible dar un paso sin alcanzar alguno de sus edificios, esculturas o lugares emblemáticos. La plaza central, hacia la que llevan todas las calles de la localidad -la de la Constitución- rezuma hitos arquitectónicos, como el gigante que la observa vestido de piedra y enredando sus muros en el barroco: el templo parroquial de Santiago. A ella le siguen otros monumentos, de menor envergadura, pero igual de bellos, como la fuente de Juan de Uzeta o el edificio del Ayuntamiento.
Ni siquiera los hogares se escapan en la localidad de pertenecer a la bella estampa monumental de la que presume Totana. Apenas un paseo sirve para observar la nobleza de las viviendas señoriales de los siglos XVIII y XIX que acaparan la mirada de los visitantes. Pero el entorno de la localidad es inmejorable, aunque Totana tiene el color alfarero tatuado en sus muros -el marrón- , el verde desafía las tonalidades patrimoniales para establecerse en las lindes de la villa, en el envidiable paraje de Los Huertos. Un precioso paseo de naranjos y limoneros que acompañan al caminante hasta la Santa, la verdadera joya de Totana: el santuario de Santa Eulalia.

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