{{title}}
{{buttonText}}
1 /

Cabezamesada

Un castillo entre las chimeneas de las casas cueva

Compartir

Fundado el pueblo durante la Reconquista, después de la batalla de Uclés (1108), asentado a orillas del modesto río Riánsares, Cabezamesada guarda para el visitante curioso unos cuantos rincones con encanto y algunas construcciones sorprendentes, como el antiguo depósito situado en el callejón de Cantarranas. Se trata de un edificio cilíndrico, de notable altura y construido en cuatro cuerpos, usado en otros tiempos como depósito de agua y grano. Está en una de la esquinas del pueblo.

Si el viajero da algunos pasos y se interna en el centro, verá otros edificios que merecen la pena, tales como la iglesia o el Ayuntamiento, ambos muy cercanos. El templo, del siglo XVI, está dedicado a la Inmaculada Concepción y muestra en su interior una gran capilla con pinturas de Pedro de Burgos, así como bustos en alabastro del comendador Alonso Ramírez y su mujer doña Isabel de Garnica. La fachada del Ayuntamiento también llama la atención de quien la ve por su combinación del revoque blanco y los arcos y columnas en ladrillo visto.

Desde ahí, un paseo por las calles de Cabezamesada depara todavía unas cuantas sorpresas: si se pregunta por el paseo de la Ermita, se llegará a una zona donde se concentran tres lugares de gran interés. Por un lado, la propia ermita de Nuestra Señora del Castillo, un pequeño y muy cuidado templo rectangular; por otro lado, los restos de una antigua fortaleza (una torre cuadrada, alguna galería enterrada…) y, por último, las curiosas chimeneas de las casas cueva que se esconden en ese cerro. Pintadas de un lustroso blanco, forman un paisaje peculiar y único. También en esa zona queda por ver el curioso edificio del antiguo Museo Municipal, en forma de pirámide truncada, y ya entonces es momento de buscar el último de los monumentos de visita irrenunciable: el rollo de justicia. Muy bien conservado, pese al desgaste del tiempo, está tallado en piedra y se mantiene en pie desde el siglo XVI. Se levanta sobre cuatro grandes gradas de piedra y enseña cuatro brazos a modo de gancho con forma de cabeza de serpiente. A la protección de su sombra no será extraño encontrar a los mayores del pueblo jugando a la petanca.

Contacto

Reportajes recomendados Ver todos

Ver todos