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Forua

La huella de Roma en la Cornisa Cantábrica

Roma se esconde en los contornos de la localidad vasca de Forua. Ese antiguo legado se despliega de manera sorprendente en forma de varios espacios que permiten trasladar al visitante a épocas pretéritas. A cada paso, se piensa en Julio César, Trajano o Adriano. ¿Por qué? En la población, se levanta el mejor poblado romano de toda la provincia de Bizkaia. Sus piedras aún hablan de cómo esta civilización se estableció en la reserva del Urdaibai para comerciar con otros pueblos del Cantábrico. No es el único vestigio de aquella época. Ni mucho menos. De manera casi oculta, en el interior de la iglesia de Santa María de Tours también quedan restos de una antigua necrópolis. Remodelada recientemente, aparece protegida por bellos retablos. Es más, en la sinuosa carretera que lleva a Baldatika existe una estela de la Edad de Hierro (una especie de lápida), la de Santa Kurtze, que tiene grabados romanos y medievales. El tiempo pasa y la localidad se ha ido decorando con diferentes ermitas, como la de San Cristóbal, y la celebración de fiestas tan tradicionales como la de San Ignacio, que ha rescatado el aurresku. Incesantes, los años se suceden y los restos de la torre Urdaibai permanecen, prueba inequívoca de la solidez que antaño mostró. En las inmediaciones de la provincia de Bizkaia, se alza Forua. Un auténtico reducto con sabor a Roma.

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