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Miguel Esteban

Una ruta de Don Quijote y Sancho

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En un lugar de La Mancha, cuyo nombre Cervantes olvidó mencionar que es Miguel Esteban, vive una población con un probable pasado romano (suficientes monedas del viejo imperio se han encontrado para creer que sea así), cuna, quizá, y solo quizá, de la inspiración del magistral personaje Don Quijote. Subido a su caballo, el caballero hidalgo necesitaría nuevamente la ayuda de Sancho Panza para no perderse en el Parque de la Vega o en la reserva ornitológica Los Charcones. De vuelta al municipio, escondería la espada en la plaza de los Mártires, quizá vería en la silueta de la iglesia de San Andrés un enemigo al que retar a duelo y seguro que volvería a tachar de gigantes de brazos largos a los molinos que rodean la ermita de San Isidro. Pero por mucho que rebuscase entre las damas de las fiestas de San Isidro y entre las reinas de la Virgen del Socorro, más pronto que tarde descubriría que ninguna de ellas es su Dulcinea.

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