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Pelahustán

Tres caños, una picota y un potro

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No todas las casas de Pelahustán siguen el mismo patrón, por descontado, pero muchas de ellas son ejemplo perfecto de arquitectura serrana (de la sierra de San Vicente): edificios de dos alturas construidas en mampostería, de fachada encalada y en muchos casos con grandes balcones en el segundo piso. Y entre sus calles, además de estas muestras de arquitectura popular, algunos monumentos de interés. Como el rollo de justicia, declarado Bien de Interés Cultural y levantado como símbolo de la independencia administrativa de Pelahustán, que adquirió la categoría de villa en 1635. Una picota de estilo gótico tardío, de granito, con terminación en pico de bellota y elevada sobre cinco peldaños.

Del mismo estilo arquitectónico, aunque del siglo XVI, es la iglesia de San Andrés Apóstol, levantada en gruesos sillares y con una alta torre rematada en una pequeña cúpula como elemento más llamativo. Hay otro templo en el pueblo, la ermita del Rosario (siglo XIII, pequeña y de planta cuadrada), así como otros dos monumentos populares, herramientas en su día, de innegable atractivo: los caños y el potro. El primero de los caños se ubica en el paraje Prado Redondo, una fuentecilla de tres caños rematada en un pequeño tímpano triangular. En la plaza del Caño Viejo existe otro pilón rectangular de tres caños, y cerca de la ermita está el caño de Allá, de cuyas aguas siempre se han dicho maravillas. En cuanto al potro de herrar, se trata de una construcción típica de los pueblos formada por cuatro pilas de granito que fue restaurada hace unos años.

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