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El Parque Nacional de los Picos de Europa es un deleite paisajístico difícil de igualar, de 67.445 hectáreas en tres macizos y tres comunidades (Asturias, Cantabria y Castilla y León). Unas veces cercano y apacible y otras implacable y abrumador, formado por desfiladeros de infarto, jous (depresiones), praderas alpinas, bosques húmedos, lagos glaciares, cumbres calcáreas, veredas de pastores, ríos estruendosos… ¿seguimos? Mejor tracemos una ruta por siete lugares desde los que descubrir toda su grandeza.
Un clásico. Quien no haya ido a uno de los balcones por excelencia de Asturias ya tiene una cosa pendiente y quien haya ido, también. ¿Razones para volver? Aunque no esté en Picos de Europa (está a 26 km) es uno de los mejores emplazamientos para contemplar el parque y la costa asturiana. Elevado a 1.100 metros de altitud sobre la collada de la Cruz de Llames, en medio de la sierra prelitoral del Sueve; este mirador regala al viajero una panorámica en 360 grados del oriente de Asturias, desde Villaviciosa hasta Ribadesella, desde la playa de La Espasa hasta Covadonga.
Encontramos el Mirador del Fitu envuelto por el follaje del Sueve, o esa composición de valles y montañas cubiertas de frescas praderas que se difuminan entre la niebla. Como un mapa en relieve que se va estrujando desde el Cantábrico hasta alcanzar sus cotas más altas de salvajismo en los Picos de Europa. En resumen: toda la magnificencia de la zona en una sencilla estructura de hormigón e inmejorable emplazamiento.
Si el Naranjo de Bulnes es el emblema en lo natural del parque nacional, este lo es en lo espiritual. Partimos desde Cangas de Onís por la carretera que nos conduce hasta el profundo bosque de hayas y robles que esconde este lugar cargado de misticismo, de épica y también de historia, ya que aquí se remontan los orígenes de esta área protegida.
El Santuario de Covadonga, con su basílica rosácea, su cueva en la que la Santina aguarda a los fieles, y su ruidosa cascada, sobresale en un entorno fantasmagórico formado por un valle esmeralda encajonado entre montes como el de la Matona, Auseva o la Cruz de Priena, donde encontraremos el mejor mirador para contemplarlo.
CÓMO LLEGAR: Alejado de las masas y del tráfico. Tomaremos el coche por la AS-262 desde Cangas de Onís para aparcarlo justo antes de llegar a Covadonga. A la altura de la Casa de Aldea Villastur parte a mano izquierda un sendero que sube por la ladera de la Cruz de Priena y que nos brinda una de las estampas más icónicas del Principado de Asturias. El triunfo del rey Pelayo.
Desde el santuario de Covadonga seguimos la carretera que conduce a los lagos Enol y Ercina y emulamos una de las etapas más famosas de la vuelta ciclista: 12 kilómetros de interminables curvas y un desnivel de 910 metros. Poco antes de llegar a la explanada de los lagos, aparece en la curva el Mirador de la Reina, un sitio perfecto para disfrutar de una de las panorámicas más extensas dentro de Picos de Europa. Desde aquí se admiran los municipios de Onís y de Cangas de Onís, la sierra de Cuera, las vegas del Güeña entre montañas grises y bucólicas praderas, y la costa cantábrica en días despejados.
En frente de esta terraza natural, en la ladera se creó un comedero de aves necrófagas donde no es difícil avistar el buitre leonado, el milano real e incluso algún quebrantahuesos si se tiene suerte y paciencia. Esta especie en peligro de extinción desapareció de Picos de Europa en 1950 y hoy se está trabajando para su reintroducción en el ecosistema.
CÓMO LLEGAR: Desde Covadonga conduce por la CO-4 hacia los lagos. El mirador se encuentra a la altura del kilómetro 6.
Otro mirador con historia es el de Ordiales. En este enclave, situado a 1.691 metros de altitud, al borde del Valle de Angón y en el extremo del macizo occidental o del Cornión, es donde descansan los restos de Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, primer escalador en coronar el Pico Urriellu (junto al Cainejo) e impulsor del parque nacional.
Para llegar al mirador hará falta calzarse las botas y recorrer una ruta que parte desde el lago Enol a través de un mosaico de pastos, vegas de montaña, cabañas de pastores y tendayos (construcciones para guarecer al ganado) hasta Ordiales. Desde este enclave contemplaremos el valle de Angón, Amieva, Ponga, la zona de Sajambre, el Parque Natural de Redes, el mar Cantábrico y media Asturias. Los montañeros más experimentados podrán, en unos 45 minutos, continuar hasta la cumbre del Cotalba .
CÓMO LLEGAR: Al mirador se accede tomando la AS-114 en dirección Cangas de Onís, para después enlazar con la AS-262 hacia Soto de Cangas hasta llegar a los Lagos de Covadonga. Desde el lago Enol, seguiremos el camino que indica "Refugio de Pastores" y continuaremos hasta Pandecarmen, donde empieza la ruta.
Este es uno de los balcones a Picos más espectaculares y de más fácil acceso. Justo antes de llegar a la localidad de Poo de Cabrales y tras librar un trayecto de asfalto sinuoso siguiendo el curso del río Casaño, llegamos al aparcamiento señalizado como Mirador del Pozo de la Oración. Ante nosotros, la estampa de los Urrieles, los picos del macizo central como el Peña Castil, Torre del Oso, Torre de las Coladeras, La Morra o Los Campanarios que arropan a modo de orla la totémica silueta del Naranjo de Bulnes o Pico Urriellu (2.519 m). Una sucesión de praderas y bosques caducifolios nos guían hacia una composición de montañas plateadas donde aún se mantiene algo de nieve y donde sobresale el mastodonte de granito más ilustre de la Cordillera Cantábrica.
CÓMO LLEGAR: Desde Oviedo conduciremos por la A8 hasta Posada de Llanes para más tarde tomar la AS-115 y después la AS-114 hasta la entrada de Poo de Cabrales.
Ya que lo hemos visto de lejos, por qué no acercarnos un poco más: seguimos rumbo al Pico Urriellu. Desde el pueblo de Sotres, situado en el macizo de Andara u oriental, llegamos hasta el Collado de Pandébano, donde nos olvidaremos del vehículo por un rato.
Pandébano es un altiplano a 1.200 m de altitud donde pastan vacas y caballos, y donde los escaladores inician sus expediciones por la zona. Desde aquí caminaremos por la senda que conecta con la aldea de Bulnes junto al monte Peña Maín hasta maravillarnos con la imagen de esa gigantesca mole de 550 metros de pared calcárea aupada sobre el macizo central, el Urriellu, que adquiere tonalidades ocres al atardecer.
CÓMO LLEGAR: La AS-114 nos guía hasta las Arenas, después giraremos por la AS-264 y luego CA-1 hasta la entrada de Sotres, donde cambiaremos la carretera por una pista accidentada que termina en el aparcamiento de Pandébano. Se puede acceder en cualquier vehículo, pero quien vaya en todoterreno lo agradecerá al llegar.
Salimos de los Urrieles para cruzar el río Deva hacia el macizo de Andara y entrar en territorio cántabro. En Liébana ascendemos hasta el Collado de Llesba, un mirador a 1.609 m localizado en el Puerto de San Glorio, conocido paso de montaña que une las provincias de León y Cantabria por la carretera N-261.
El de San Glorio es uno de los puertos más elevados de la Cordillera Cantábrica, rodeado de espacios protegidos como el Parque Nacional de los Picos de Europa y el Parque Natural de las Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña Palentina. Si la niebla lo permite, nos regalaremos una extraordinaria visión de los picos más elevados de Palencia y de los de los macizos Oriental y Central de los Picos de Europa. En este lugar encontramos dos miradores, primero el del Corzo y después el del Oso, en lo alto del collado de Llesba, bautizados así por las esculturas del artista cántabro Jesús Otero, homenajeando a dos de las especies que pueblan esta zona fronteriza.
CÓMO LLEGAR: Para acceder al Collado de Llesba tanto desde la vertiente leonesa, asturiana o cántabra, seguiremos la N-621 hasta el Puerto de San Glorio para desviarnos hacia el Mirador del Oso, situado dos kilómetros más arriba.