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Guadamur

Un castillo asombroso y un tesoro

A un cuarto de hora de la capital de la provincia, hacia el suroeste, en la comarca de los Montes de Toledo, se levanta uno de los castillos más bonitos de España: el de Guadamur. Este pueblo enseña su origen árabe en el nombre (‘río de paso’ o ‘río del muro’), pero en sus formas queda claro que se trata de una población de clara esencia medieval. Y en el callejeo pronto se descubre que la fortaleza no es lo único interesante. Al llegar, eso sí, antes que nada se aprecia la silueta del imponente castillo y, al lado, la ermita de Nuestra Señora de la Natividad.

Pero ahí no termina el patrimonio: el casco urbano se estructura en torno a la plaza de Recesvinto, donde se encuentran el ayuntamiento, el rollo de justicia del siglo XVI y la iglesia de Santa María Magdalena. La ermita de San Antón da cabida al Museo Etnográfico de los Montes de Toledo y el yacimiento arqueológico del Tesoro de Guarrazar es otra de las joyas de Guadamur.

Hay que ir por partes. El castillo, el monumento más llamativo del pueblo, está construido en el siglo XV y conserva a la perfección el foso, dos recintos amurallados y numerosos baluartes cilíndricos. En el interior, armaduras, tapices, cuadros y muebles de época. Es privado, pero se puede visitar de lunes a miércoles (de 9.00 a 14.00) previa cita. A su lado, la ermita de la Natividad guarda como riqueza principal un lienzo del siglo XV que representa a Santa Ana con la Virgen en brazos. También puede dedicarse un rato a visitar el Museo de Costumbres y Artes Populares de los Montes de Toledo, en lo que fue la ermita de San Antón (siglo XVI), con ejemplos de arqueología y artesanía de la comarca.

Hablando de arqueología, no obstante, resulta imposible no mencionar el Tesoro de Guarrazar, a las afueras del pueblo, un yacimiento en el que se encontraron varias coronas ofrecidas por los reyes Suintila y Recesvinto a la iglesia de Toledo. Son de oro repujado, con piedras preciosas y cristal de roca sin tallar; con perlas, cadenas y letras colgantes que constituyen los epígrafes.

El centro de interpretación ubicado en las antiguas escuelas (de 9.00 a 14.00) muestra reproducciones de estas coronas, cuyos originales están en el Museo Arqueológico Nacional. En definitiva, una de las más bellas muestras de toda la orfebrería visigoda y, quizá, una de las manifestaciones más refinadas de todo el arte bárbaro europeo del siglo VII. El propio yacimiento, también visitable, está a tres kilómetros del pueblo y fue declarado Bien de Interés Cultural.

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