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El rumor de pescadores descamando el atún o elaborando la pasta que se convirtió en manjar de los emperadores romanos, parece haberse conservado en salazón entre los muros del antiguo asentamiento de Baelo Claudia. Las sierras de La Plata y San Bartolomé se encargan de preservar la evocadora imagen con su abrazo. Los romanos edificaron, sobre lo que fue una villa fenicia, una preciosa ciudad según sus gustos arquitectónicos. En Baelo Claudia se puede caminar sobre las vías romanas, imaginando los productos que ofrecerían las típicas tiendas y tabernas o buscando un atajo hacia el templo a la diosa Isis que coexiste junto a los de Juno, Júpiter y Minerva. Para reponer fuerzas, es preciso ocupar un asiento en el teatro e imaginarlo lleno hasta la bandera, vibrando por la explosión de aplausos de dos mil personas. No hay que ser un experto en Historia para completar el recorrido, todo el recinto está perfectamente señalizado. Así lo hubieran querido los integrantes del Tribunal de Justicia, que deliberaba en la Basílica ante la estatua de Trajano. Baelo Claudia es el lugar donde sentirse el protagonista de una superproducción de Hollywood; una pequeña tesela del gran mosaico de culturas que fue el imperio; y es que, en Tarifa, todos los caminos conducen a Roma.
 

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