{{title}}
{{buttonText}}

Cuevas de Tarifa

Tarifa, Cádiz

Compartir

Tres dólmenes, bajo los que podrían descansar los antepasados del famoso grafitero Banksy, surgen entre la vegetación del Parque Natural del Estrecho. Marcan el camino hacia las cuevas que eligieron los primeros hombres, hace veinte mil años, para plasmar su arte sureño. Pintaron en las paredes reproducciones de primitivos caballos y figuras estrelladas para representar cómo se veían a sí mismos. Pasear por el entorno de las casi setenta cuevas tarifeñas, siguiendo ese rastro artístico, es un deporte en alza.  Convivieron en la ficción en las páginas de la novela “El Clan del Oso cavernario” y también en la realidad. Neandertales y hombres modernos dejaron en la Cueva del Moro pinturas más antiguas que los bisontes de Altamira. Son la herencia paleolítica que comparten con las Cuevas de Atlanterra y las Palomas, para demostrar que grupos de cazadores y recolectores vivieron allí. Muy cerca, en la Cueva de la Mesa del Helechoso, la erosión aún respeta un enigmático trazado en forma de letra hache que los senderistas más curiosos juegan a descifrar. La montaña de San Bartolomé cobija la cueva del Betín, una grieta en la piedra en la que se pueden adivinar figuras en color morado. Restos de ciervos y animales esquemáticos se intuyen en la Cueva de los Alemanes, a través de la alambrada que la protege. Los vestigios paleolíticos de las cuevas de Atlanterra, perduran como los restos de pintura que el viento de levante aún respeta en la Cueva de El Helechar. Son una parte de los tesoros que legaron los primeros moradores de Tarifa, que resultaron ser artistas transgresores. La cavidad del Barranco del Arca es un buen lugar para dar rienda suelta a la imaginación, tratando de averiguar qué representan las figuras enigmáticas, similares a raspas de pescado, que alberga.

Contacto

Localización

11391, Cádiz