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Cala Mitjana

Ferreries, Balears/Islas Baleares

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El que no tenga acceso por carretera evita masificaciones y propicia que siga siendo una de las más hermosas playas vírgenes que todavía conserva Menorca. Se puede dejar el coche en un terreno habilitado para aparcamientos y continuar camino por una senda encementada que se adentra en el bosque, en sentido descendiente. Del cemento se pasa a la grava y, de a ahí, a una vereda estrecha de tierra, donde desniveles y curiosidades entretienen el descenso: antiguas cochineras para guardar cerdos, carboneras y otras cuadras que cobijaban ganado en las noches o el mal tiempo. Así entre rocas, quebradas y pinos va surgiendo ante nosotros la lengüeta marina de Cala Mitjana.
Por la parte izquierda hay una plataforma de unos 10 o 12 metros de altura, en la zona de los acantilados, desde la que los bañistas saltan al mar; hay que ser responsables con el salto y evitar saltar, si debajo hay personas bañándose. Por el otro lado, se aprecia la espesura boscosa del pinar de la bajada, y en medio, surgen los escasos dos kilómetros de playita de arena fina, blanca, suave, asomándose a las tranquilas aguas azul turquesa de este lado del Mediterráneo.
En las zonas de sombra, hay habilitados algunos merenderos para disfrutar de una apetecible comida, en un paisaje fabuloso con el mar de fondo y la cadencia del sonido marino. A pesar de la quietud, el interior de la playa es profundo, lo que facilita la práctica de pesca submarina o bordearla con alguna pequeña embarcación.