El Parque del Viento

Vejer de la Frontera, Cádiz

Qué ver

Siluetas de molinos de viento nos acompañan este atardecer en el parque de Las Hazas de Vejer. Anchos y achatados, despliegan las aspas como varillas desnudas, queriendo arañar el viento, más que agitarse con él. Les faltan las velas desplegadas; con ellas hubieran tenido mayor porte. Evocamos a los altivos gigantes de la Mancha, que levantaron en duelo los sueños justicieros de Don Quijote; no son éstos, evidentemente. Querríamos a Don Quijote en el Sur, pero abundan los Sancho Panza y esta versión molinera no hace más que corroborarlo. No importa, porque ambos son igual de necesarios y complementarios en el aprendizaje de la vida novelera. Del recuerdo de Sancho nos cogemos, como niños de la mano, para descubrirlos.
Allá por el siglo XIX se sembraron los campos de Vejer, en la zona más alta, de molinos. Se quiso aprovechar la energía de los vientos para moler el trigo abundante de la zona y convertirlo en harina. Hasta entonces, los únicos molinos que había eran los de agua, de los que se conservan restos en las inmediaciones del pueblo, cerca al arroyo de La Muela.
El modelo harinero era el manchego, más alto y esbelto, pero no resistió el envite y se optó por el molino al uso en Cartagena, de cuerpo más bajo y más ancho, que soportaba con mejor fortaleza la furia del aire. El techo de los que se hicieron era rotativo, para aprovechar todas las corrientes que soplen en distintas direcciones.