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Nada más cruzar la puerta giratoria del centenario establecimiento de la Glorieta de Bilbao, su personal hace lo posible para que los perros se sientan cómodos durante el tiempo que sus humanos decidan quedarse. Los animales pueden acceder tanto a la zona de desayuno y barra -donde desfilan el café con churros, las tostadas de tomate y jamón ibérico, y los huevos revueltos-, como en la de restaurante.
Aquí se puede comer arroz meloso, canelón de rabo de toro o pulpo a la brasa, pero aún es pronto por la mañana así que suena bien un café acompañado de un croissant relleno de nutella -también se puede pedir relleno, además, de helado y fresas. Antes de que la comanda llegue a nuestra mesa, alta y frente a un gran ventanal, un cuenco biodegradable lleno de agua llega a los pies de nuestra mascota. Las pequeñas rejas que rodean los ventanales resultan un buen lugar donde atar la correa durante el desayuno y ningún comensal resulta extrañado de la cercanía de nuestro perro. Aún así, llega el momento de seguir nuestro camino.
Tras un pequeño paseo, toca un rato de juego en el Parque de Barceló, con sus balancines, vallas y otras atracciones especialmente pensadas para perros. Cuando nuestra mascota ya se ha cansado de jugar con otros perros, se puede ir a ‘La Bicicleta’. El café recién tostado, la atmósfera tranquila por la mañana y animada por la tarde, y la estética ciclista son ya prácticamente símbolo en la plaza de San Ildefonso.
Al llegar con nuestra mascota a media mañana, varios estudiantes agradecen la pequeña distracción para desviar un momento la mirada de sus portátiles y brindar a nuestro amigo una sonrisa, o incluso una caricia. El té helado y los huevos benedictinos con salmón y alcaparras saben mejor cuando sabes que tu acompañante de cuatro patas está siendo querido e hidratado. La camerera no tarda en la salir de la barra para poner en el suelo, a nuestro lado, un bol de plástico con agua.
Un paseo por la Castellana nos guía a la hora de comer. ‘Camino Food & Drinks’ recuerda a un hogar, en todos los sentidos. Colores tierra, cojines mullidos y luces tibias para un lugar en el que se lleva años comiendo bien. Recetas contemporáneas y sin aspavientos a un paso del Estadio Santiago Bernabéu, donde nos colocan en un lugar estratégico para nuestra mascota.
El falso risotto de puntalete y setas con aroma de trufa, o el filete "más tierno" de ternera asturiana con patatas fritas son dos de los platos míticos de este restaurante familiar. Acompañados de unas croquetas de jamón ibérico resulta una comida perfecta para, por ejemplo, ponerse al día con un amigo. En una mesa algo alejada del resto, donde nuestro colega de cuatro patas se siente libre y protegido a la vez, llegamos a la sobremesa. El consabido bol de agua no tarda en llegar en cuanto lo pedimos, y ahora sí, podemos seguir nuestro paseo.